Lo que nos dejó Rancagua

De la mano del Criadero Peleco, la Asociación estuvo presente con dos colleras hasta el segundo y tercer animal de la final del 69° Campeonato Nacional de Rodeo, la máxima fiesta huasa que convocó a miles de aficionados de todo Chile.

Avenida España esquina Germán Ibarra, Rancagua, Región del Libertador General Bernardo O’Higgins. Jueves 06, viernes 07, sábado 08 y domingo 09 de abril.

Dicha intersección debe ser la más convulsionada del país corralero: quienes compraron sus entradas con antelación esperan la «pulsera» en los controles de acceso, otros menos precavidos buscan los pocos boletos que quedan a la venta (todo agotado para el domingo dicen por ventanilla). Artesanos y talabarteros plagan la Avenida España mientras Bomberos se las ingenia para acomodar el estacionamiento de miles de automóviles.

El viernes 07 en la mañana llegamos a esa bendita esquina para disfrutar tres de los cuatro días del 69° Campeonato Nacional de Rodeo. Si afuera el ambiente es agitado, al interior del recinto la efervescencia estalla por sí sola: al entrar nos recibe una gran carpa con un puñado de los más connotados artesanos y talabarteros, seguidos por una veintena de puestos de alimentación atendidos por diversas instituciones rancagüinas.

A la derecha, el picadero, rodeado por añosos eucaliptus que constituyen un vestigio de la historia huasa ya que fueron plantados cuando se construyó la vieja medialuna en 1947; los aficionados aprovechan su sombra para fotografiar y seguir a sus ídolos. Al frente, auspiciadores y expositores muestran sus productos flanqueados por los más valientes que desde temprano empinan el codo en el paragua.

Más atrás, la Federación de Criadores de Caballos Chilenos luce sus joyas, los Grandes Premios de la Exposición Nacional, nutriendo de camaradería el viernes con la celebración del Día del Criador. Todo ese «continente huaso» gira en torno al anfiteatro mayor, la Medialuna Monumental que desde temprano acoge las carreras de las mejores parejas del país contempladas por miles de espectadores.

Hablemos de rodeo.

Aunque la participación del Criadero Peleco empezó el jueves, las cosas recién se dieron el sábado, pero la espera valió la pena porque se dieron por partida doble. Desmenuzando la actuación de Gustavo Valdebenito y Cristóbal Cortina desde el inicio, ni en la Serie Caballos ni en la Serie Criaderos pasaron al segundo novillo pese a que en esta última selección marcaron 7 puntos buenos sobre Compadre y Estupendo, pero el corte fue de 8.

A media tarde del viernes, los de Purén tuvieron un asomo de guapeza en la Serie Potros con una faena casi perfecta en el segundo toro que no pudieron capitalizar después; concluyendo el día pasando sin pena ni gloria por la Primera Serie Libre A. Pero llegó el sábado y los representantes mallequinos salieron a la batalla con opciones aumentadas gracias al vicecampeonato de Compadre y Estupendo en el selectivo de Frutillar.

Afortunadamente las cosas se dieron y por partida doble. Con el número 25 en la planilla, Romario y Caballero sumaron parciales de 5, 8, 7 y 11 unidades, llegando a 31, empatando el primer lugar con otras dos colleras aunque el objetivo ya estaba cumplido (finalmente quedaron terceros). Mientras que los castrados facturaron carreras de 7, 7, 4 y 11 positivos, llegando a 29, quedándose con la quinta plaza de la selección.

Tarde de Champion.

Después de la infartante definición del Movimiento a la Rienda Masculino, las 38 parejas hicieron ingreso a la pista. Tras la ceremonia previa a la Serie Campeones que incluyó un «cumpleaños feliz» cantado a todo pulmón para festejar las dos décadas de la nueva Medialuna de Rancagua y el siempre solemne Novillo del Silencio, vino la elección del Sello de Raza a cargo de Ricardo de la Fuente.

Causó sorpresa que el potro Romario desfilara ante los ojos del especialista sin ser convocado al centro de la cancha, llamado que sí recibió su compañero Caballero. Sin demasiadas vueltas, «Cacaro» estrechó la mano de Cristóbal Cortina para señalar a su escogido como Sello de Raza del 69° Campeonato Nacional del Rodeo, el hijo del Contulmo en la Minga de 1,45 metros de alzada, 1,77 metros de cincha y 18,5 centímetros de caña.

Cerca de las 17:00 horas, con quince mil espectadores colmando las aposentadurías, se dio inicio a la instancia cúlmine de la Temporada 2016/2017. El Criadero Peleco salió temprano al ruedo en Compadre y Estupendo, marcando 8 puntos buenos, asegurando su paso al siguiente animal. Cinco colleras más tarde le correspondió el turno a Romario y Caballero que se encumbraron con 11 unidades en un «Chileno» de altísimo nivel.

Valdebenito y Cortina quisieron apuntalar sus parciales en el segundo novillo, lo que no consiguieron en los caballos pero sí en los potros añadiendo 8 positivos, llegando a 19, ubicándose en los puestos de avanzada a la puerta del tercer toro. Fuera de competencia con los castrados, los pureninos debían facturar dos atajadas para meter a Romario y Caballero entre las seis parejas finalistas.

Con el Sello de Raza a la mano sobre unos de los novillos más rápidos de la tarde, Cristóbal Cortina no pudo marcar en la primera llegada y tampoco su compañero a la mano de atrás, concluyendo con una enquinchada de la pura pata para llegar a 24, cifra que habría alcanzado cómodamente en otras ediciones del Champion de Chile, pero no en esta ocasión en que el corte estuvo en 26 puntos buenos.

En ese momento se acabó la Temporada 2016/2017 para el Criadero Peleco, una vez más arriba, en lo alto, llevando el nombre de Malleco a las máximas instancias definitorias. Entrada la noche emprendimos el retorno, en las estaciones de servicios hacia el sur nos encontramos con amigos y coterráneos, aprovechando cada instante para comentar lo vivido durante el fin de semana.

Como siempre Rancagua es una fiesta, no sólo por su variopinto programa que incluyó presentaciones de la Escuadra Ecuestre Palmas de Peñaflor y de la Escuadra de Charrería Mexicana, no sólo porque hubo lucidos espectáculos artísticos como el del actor Daniel Muñoz y sus cuecas bravas, sino porque su gente hace que sea una fiesta incluso desde mucho antes de entrar al recinto.

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