La medialuna es una infraestructura deportiva de forma circular en la que se practica el rodeo chileno, adoptada como tal desde la segunda mitad del siglo XIX, cuyas dimensiones se ciñen a normas reglamentarias estrictas y uniformes.
Se trata de una circunferencia de 45 metros de diámetro orientada de oeste a este de manera que, al atardecer, la puesta del sol no dificulte la actuación del Jurado durante la final de cada competencia, disputadas después del mediodía.
En el costado poniente del ruedo se ubica el apiñadero, sector de 13 metros de ancho donde se inicia la carrera. Su empalizada de 1,8 metros de alto debe ser casi recta para que no se entable el novillo y ambos extremos acaban en una puerta forrada semicircular de 5,5 metros de largo que se abre en el sentido de los punteros del reloj toda vez que la collera completa las dos o tres vueltas de rigor.
En los flancos norte y sur de la medialuna están las atajadas, estructuras acolchadas con espuma de alta densidad de 12 metros de longitud que se inclinan 55 centímetros de abajo hacia arriba, consiguiendo que el amortiguante se amolde al mismo ángulo y similar pendiente, como una pera, logrando que el caballo detenga al novillo levantándolo con sus antebrazos sin que exista golpe.
A 10 metros de las atajadas se sitúa la línea de postura, señal vertical que demarca un tramo donde los jinetes tienen que cumplir una serie de requerimientos técnicos que validarán la enquinchada: el caballo que va a la mano debe ir totalmente apegado al novillo con uno de sus pechos en directo contacto sobre él y el compañero debe arrear de forma continua para que avance, al menos, al trote.
Respecto al piso, no se encuentra una regla única relativa al drenaje ya que hay suelos que evacúan naturalmente el agua y otros la retienen, pero sí hay un criterio general en cuanto a la arena: lanzar una capa de 4 a 5 centímetros encima de la superficie base compactada para que la cancha quede rápida, de manera que los caballos entierren sólo la mitad de la uña.